¿Cuánto vale una tiranía?

Ene 16, 2019 – Comienzo por recordarles que “deseos no preñan”. Una cosa es “desear” y otra cosa, muy distinta: es “lograr”. Me atrevo a asegurar que hoy, la inmensa mayoría de los venezolanos está en euforia, pensando que la pesadilla está por terminar a la vuelta de la esquina. El pueblo está optimista… pero no sabe que el optimismo es la otra cara de la moneda del pesimismo y que ambos – optimismo y pesimismo – son sentimientos infundados. El optimista se alegra y se esperanza basado en falsedades. El pesimista se deprime y se achanta basado en suposiciones negativas que jamás se pudieran materializar. La clave está en el REALISMO.

Para ser realista hay que evaluar las opciones y, sobre todo: ¡los escenarios! El optimismo eufórico que hoy experimenta la inmensa mayoría del pueblo venezolano, está basado en el “mencionado apoyo” de la comunidad internacional. Un apoyo que por ahora ha sido meramente decorativo, porque – a pesar de no reconocer al “gobierno” de Maduro – no hemos visto rupturas masivas de relaciones diplomáticas, ni de un lado ni del otro. Solamente Uruguay ha dado el paso al frente. Pero aun quedando Venezuela aislada de la mayoría de los países del planeta, tendría el suficiente apoyo como para que esa cúpula genocida y amoral pueda sobrevivir, como sobrevivieron los Castro durante el atroz “Período Especial”, que comenzó en Cuba como resultado del colapso de la Unión Soviética en 1991.

El Dr. Gene Sharp, padre de la resistencia cívica – no violenta – moderna, no creía en la fulana “comunidad internacional” y, en consecuencia, alertaba al respecto:

 

<<Muchas personas que actualmente están padeciendo bajo una dictadura, o que han tenido que exilarse para escapar de sus garras, no creen que los oprimidos puedan liberarse por sí mismos. Ellos no esperan que su pueblo pueda ser liberado sino por la acción de otros. Ponen su confianza en las fuerzas extranjeras. Creen que sólo una ayuda internacional puede ser lo bastante fuerte como para derribar a los dictadores. Esa visión de que los oprimidos son incapaces de actuar eficazmente es algunas veces correcta por tiempo limitado. Como hemos apuntado, con frecuencia la población sometida no quiere la lucha y está temporalmente incapacitada para ella, porque no tiene confianza en su propia capacidad de enfrentar la dictadura feroz y no ve una manera razonable de salvarse por su propio esfuerzo. En consecuencia, no es extraño que confíe sus esperanzas de liberación a la acción de otros. Las fuerzas externas pueden ser: la “opinión pública”, las Naciones Unidas, un país en particular o sanciones internacionales económicas y políticas. Una situación así puede parecer consoladora, pero existen graves problemas en cuanto a la confianza depositada en un salvador foráneo. Esa confianza puede estar puesta en un factor totalmente errado. Por lo general, no van a llegar salvadores extranjeros. Si interviene otro estado, probablemente no deba confiarse en él. Hay unas cuantas ásperas realidades con respecto a esa confianza en la intervención extranjera que habría que destacar aquí. • Con frecuencia los estados extranjeros tolerarán, o ayudarán inclusive, a la dictadura a fin de avanzar sus propios intereses económicos o políticos. • Los estados extranjeros podrían estar dispuestos a vender al pueblo oprimido a cambio de otros objetivos, en lugar de mantener las promesas que le hicieran de ayudarlo en su liberación. • Algunos estados extranjeros actuarán contra la dictadura, pero sólo a fin de ganar para sí mismos el control económico, político y militar del país. • Los estados extranjeros podrían involucrarse activamente para fines positivos sólo cuando hubiere un movimiento interno que ya haya comenzado a sacudir la dictadura y logrado que la atención internacional se enfoque sobre la índole brutal del gobierno.>> (Páginas 5, 6 y 7 del ensayo “De la Dictadura a la Democracia”, del Dr. Gene Sharp – ISBN 1-880813-13-0)

Luego de muchas reuniones con expertos en esta materia, hemos llegado a la conclusión que para “invitar” a esa “comunidad internacional” en función de ayudar a Venezuela a liberarse de la genocida tiranía, hace falta que la inmensa mayoría del pueblo se subleve y lo haga de una manera segura y efectiva: ¡trancando Venezuela de punta a punta! Eso sí… no pueden escuchar a los “colaboracionistas”, como sucedió en los años 2004, 2014 y 2017.

Pero el enemigo NO ES MOCHO. Lo que al enemigo le sobra son cómplices que se han enriquecido hasta lo inimaginable (de bando y bando) y dinero que juega garrote. Uds. solamente tienen que imaginarse que son narco-generales y tienen un millardo de dólares a buen resguardo fuera de Venezuela… tal vez hasta Pancho El Papa se los esté cuidando. Si cae la tiranía en Venezuela, lo perderían todo y terminarían sus días en un calabozo en EE.UU., sin visita conyugal. ¿Qué harían? ¿No estarían dispuestos a repartir 900 millones de dólares, quedarse con 100 millones y ayudar a controlar la situación favorablemente?

El peligro de poner las esperanzas en un líder es que lo pueden neutralizar… lo pueden comprar, lo pueden desaparecer, encarcelar o echarlo al exilio. Las tiranías modernas deben caer por la fuerza del liderazgo colectivo o compartido. Ningún régimen puede comprar o neutralizar a millones de ciudadanos en las calles, a menos que esos ciudadanos les sigan haciendo caso a esos líderes de lo que en Venezuela se conoce como “La Falsa Oposición”.

Piénsenlo. No dejen que las emociones distorsionen su capacidad de raciocinio. Recuerden que después de la euforia viene la disforia y la temible “depresión colectiva”, de la cual es tremendamente difícil recuperarse.

Una tiranía vale todos los reales del mundo…

Miami 16 de enero de 2019

Robert Alonso

Robert Alonso Presenta

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