El Génesis de la Gran Desgracia…!!!

 

Debo comenzar por lo siguiente.  Estoy próximo a cumplir los 70 años de edad.  No tengo buena salud y, de paso: ¡nací – a mucha honra – en Cuba!  Eso significa que no me interesa decirles a los pobres, ingenuos, infelices y NOBLES venezolanos lo que ellos todos (la inmensa mayoría) quieren escuchar.  Les seguiré hablando con “la verdad-verdadera”, como decía Luis Herrera… QEPD.

Hoy les quiero hablar el “génesis de la desgracia de Venezuela”; de un malnacido bautizado con el nombre de Carlos Andrés Pérez Rodríguez… quien – para muchos – era también colombiano, como lo fue Juan Vicente Gómez y LO ES Nicolás Maduro Moros.

CAP, como también se le llamaba en los medios de comunicación, fue socialista.  Fue, además, el ministro del interior de Rómulo Betancourt.  Siendo ministro del interior de Rómulo, se ganó el remoquete de “El Policía”.  CAP, para mí, resultó ser el Juan Manuel Santos de Don Rómulo.

No quisiera complicar este ensayo con mucha información.  Solamente me limitaré a advertir que no todos los comunistas de las décadas de los 60 y 70, eran “camaradas”.  Había una profunda distancia entre dos marcadas facciones, que más tarde se les llamó la “facción ortodoxa” y la “facción revisionista”.  Esas facciones se odiaban, se detestaban entre sí.  Para simplificar un poco la gurandinga, digamos que los ortodoxos seguían la línea soviética de Moscú y, los revisionistas: ¡la línea maoísta!   El Che Guevara, por ejemplo, se alienó con los revisionistas y salió con las tablas en la cabeza: ¡totalmente muerto!

Bien.  Cuando CAP logró la presidencia por primera vez, en 1974, Venezuela vivía una etapa de prosperidad.  Durante su mandato, pasó a formar parte de un “cartel” muy especial y exclusivo, en el cual se incluían a cuatro miembros: él (CAP), Felipe González (de España), Omar Torrijos (de Panamá) y Fidel Castro Ruz (de Cuba).  Era un club elite de socialistas.

Luego del fracaso castrista de los años 60 y 70, Venezuela no estaba madura para ser tomada por la vía “democrática”.  Las guerrillas castristas (ortodoxas) habían fracasado.  Entonces, Fidel Castro se disfrazó de “revisionista” y organizó el mencionado “cartel”.

Los “teje-manejes” del asunto no nos interesan hoy: son muchos y complicados.  Lo cierto es que, poco antes de que CAP le entregara su “coroto” a Luis Herrera Campins, a instancia del propio Castro, firmó un acuerdo con la Cuba castro-estalinista  llamado “Acuerdo de la Reunificación Familiar”.

En ese acuerdo, Venezuela recibiría a los cubanos que tuvieran familiares en Venezuela y el mismo contemplaba lazos sanguíneos hasta de 3ra generación.

CAP no llegó a implementar el mencionado acuerdo y le tocó a Luis Herrera (social-cristiano), “cargar con ese muerto”.

Por razones que ahora no vienen al caso, el presidente Herrera me nombró “Comisionado Presidencial” para manejar, supervisar y VIGILAR el  “Acuerdo de Reunificación Familiar” y me puso a la orden del entonces ministro de la secretaría de la presidencia, Gonzalo García Bustillo (QEPD): ¡todo un personaje!

Gracias a ese “acuerdo”, salieron de Cuba hacia la libertad unos cuantos presos políticos, como mi gran amigo Pedro Fuentes, quien hoy es un prestigioso abogado que ejerce en el Sur de la Florida y tiene muy buenos nexos con gobiernos anti-comunistas, como el de la República Checa… a quien le di una mano cuando llegó a Venezuela.  Pero Fidel Castro, experto en aplicar la estrategia de “una de cal y diez de arena”, sabía lo que hacía.

Castro dejó salir hacia Venezuela a importantes presos políticos, como al hijo de Aureliano Sánchez Arango, ex ministro de educación (y luego ministro del interior) del presidente cubano Carlos Prío Socarrás… uno de los pocos políticos cubanos que – según los entendidos – no fue corrupto.  Su hijo intentó atentar contra la vida del sátrapa castro-estalinista y purgaba una sentencia de 30 años.

Una que otra familia cubana residenciada en Venezuela pudo beneficiarse del convenio, sin embargo, el grueso de los cubanos que fue llegando a ese país, estaba compuesto por importantes agentes del G2 castrista.  Gracias a CAP, la patria de Bolívar fue inundada de ñángaras, muchos de los cuales se instalaron como conserjes en los modernos edificios que se estaban inaugurando en la entonces-Venezuela saudita.

No contábamos con la asesoría del James Bond venezolano (el comisario Iván Simonovis) ni teníamos PC’s.  Tomábamos nota en “papelitos de pulperos”, pero logramos descubrir una red de infiltración extremadamente peligrosa y me tocó el honor de advertírselo, directamente (“cara-a-cara”, como dice el Antiguo Testamento que hablaba Moisés con Jehová), al presidente Herrera.  Afortunadamente me hizo caso y eliminó el fulano convenio… ¡pero ya era demasiado tarde!

¡Venezuela fue invadida por los Castro!  Esta vez la invasión fue silenciosa… no-violenta.  Fidel intentó adueñarse de Venezuela por la vía de la violencia y no pudo.  Lo logró por la vía pacífica, del engaño… y con la necesaria colaboración de muchísimos venezolanos: ¡HDLGP!

El convenio le permitió al “Comandante Barba Roja” (Manuel Piñeiro Losada) infiltrar a Venezuela a través del temible y siniestro “Departamento Américas”.  Piñeiro infiltró, en Venezuela, a las fuerzas armadas, a los partidos políticos, e – incluso – a la iglesia católica.   El “Departamento Américas” invitó a centenares de jóvenes que vivían en Venezuela a entrenarse como terroristas en Cuba.  Ente ellos, recibieron en la isla a Nicolás Maduro y a Adán Chávez Frías.

No hace falta que continúe con el relato.  En un principio, yo mismo pensé que el acuerdo CAP-Castro sería una manera humana y bondadosa de reunificar a los familiares de aquellos cubanos que, como la mía, habíamos dejado familia en Cuba.  Poco a poco nos fuimos dando cuenta, muy-tardíamente, de que los reclamos de los familiares cubanos en Venezuela, no eran tomados en cuenta y que quienes, en su inmensa mayoría, llegaban a ese país no tenían ni amigos ni conocidos en el terruño de Bolívar.

La historia final algún día la contaré en un libro, porque es demasiada larga como para contarla en un portal cibernético.  Pero – en síntesis – podríamos asegurar que el génesis de la gran tragedia… de la gran desgracia de Venezuela y de los venezolanos, comenzó a finales del primer período de Carlos Andrés Pérez, cuando aceptó que Fidel le dictara la pauta para la confección de un acuerdo satánico, que sirvió de puente para la invasión silenciosa y no-violenta de Venezuela, con la finalidad de depredarla y destruirla hasta sus huesos.

Miami 12 de julio de 2019

Robert Alonso

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